Como si te pusieran una pistola en el cuello, hay dos grupos contrarios que hacen la misma pregunta con el mismo apremio: "¿A favor o en contra?" La presentación de un proyecto de reformas constitucionales por parte de la alianza ganadora de las elecciones de mayo pasado ha suscitado reacciones variadas, pero hay dos que predominan.
Entre los que apoyan el proyecto, hay un grupo que piensa que hay muy poco que debatir porque estos "temas" ya fueron discutidos y todo el mundo los conoce y está de acuerdo, por lo que quisieran que el proyecto se aprobara sin más ni más. En un programa de televisión, abierto al debate, uno de estos seres dijo, sin rubor alguno, que al llevar el proyecto a consulta con los distintos sectores de la sociedad se intentaba boicotear la propuesta. Según este señor, los ciudadanos somos unos entrometidos en la reforma constitucional. ¿Para qué consultar, si el proyecto ya tiene los votos? Desde esta perspectiva, si no estás a favor de las reformas tal y como se presentaron, es porque estás en contra. Eres, por lo tanto, un saboteador y un enemigo de la Patria Nueva.
Hay algo en todo ello que me recuerda al "cara de piña". Es la misma actitud, sólo que ahora estamos en democracia y no tengo miedo de que la policía venga a incomodarme. Pero la indignación que me provoca esta conducta fraudulenta se parece mucho a la que sentía entonces.
Dicen que la naturaleza crea todos los defectos por partida doble. De la misma manera que unos buscan aprobación incondicional para la reforma, otros han encontrado el momento propicio para adelantar posiciones tácticas irresponsables. Hay un grupo que está en contra porque no puede estar a favor de nada que provenga de las filas del PRD. Han llegado a parecerse tanto a aquello que odian que la palabra debate les suena a componenda, el entendimiento mutuo no es más que la venta al enemigo, y el acuerdo la señal inconfundible de que se han abandonado todos los principios. Si no estás en contra de las reformas, eres un inmoral y un traidor. Sus objeciones no tienen como finalidad depurar la propuesta sino desacreditar a las personas.
En el contexto de consultar a las distintas organizaciones sociales, la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa se planteó la necesidad de escuchar al Foro 2020. De parte y parte había interés en apropiarse de la credibilidad y respeto de que el nombre goza. Unos querían hacer ver que el Foro era su aval, y los otros estaban prestos a argumentar que el Foro estaba en contra de las reformas. En dicha comisión legislativa, el 22 de junio le correspondió al Foro 2020 el primer turno en el proceso de consultas. A las 10 de la mañana fui llamado, por nombre propio, como Coordinador de la Mesa Nueva Constitución del Foro 2020, a hacer una exposición sobre los planteamientos de dicha organización, lo que hice en menos de 15 minutos, ya que bastaba con explicar que el Foro es una reunión de organizaciones (gobierno, partidos y asociaciones civiles) que se verifica unas tres veces al año y que su próxima asamblea general estaba prevista para agosto. Las Mesa Nueva constitución ha venido reuniéndose semanalmente y es la que ha elaborado lo aprobado por la Asamblea del Foro.
El proyecto del Foro 2020, expliqué en esa ocasión, es una nueva Constitución producto del consenso entre todas las fuerzas políticas y sociales; no obstante, sus integrantes nunca han logrado ponerse de acuerdo sobre el método para introducir el cambio. En dos años de trabajo se han aprobado unas 150 propuestas de cambio constitucional en asamblea general.
Cuando uno de los legisladores comenzó a hacerme preguntas sobre aspectos específicos del proyecto de reformas, sentí que lo honesto y lo decente era advertir a mis interlocutores que las respuestas que podía dar al respecto obedecían a un criterio personal y que no podían ser atribuidas al Foro, pues éste sólo podía pronunciarse luego de considerado el tema en asamblea general.
No sé si todas las organizaciones civiles y políticas acostumbran a definir sus posiciones en asamblea general y si los que se expresan a nombre de ellas lo hacen sobre la base de una delegación incontrovertible. En el caso del Foro 2020, era mi responsabilidad impedir que se distorsionara su incidencia en la cuestión. Para mi sorpresa, a los legisladores les pareció bien escuchar mi criterio sobre los extremos planteados. Pasada la media hora, que era el tiempo previo establecido para la consulta con cada una de las organizaciones invitadas, otro legislador pidió que mi intervención se terminase, pues mis opiniones no representaban al Foro, como yo había explicado ya. La cuestión fue considerada sumariamente por los legisladores, quienes decidieron que aún así debía yo continuar exponiendo sobre distintos aspectos que me requerían. Mi intervención concluyó poco después de las 12 del día, cuando las preguntas cesaron. Los integrantes de la Mesa Nueva Constitución y del Foro 2020 en el recinto me expresaron su satisfacción por los planteamientos ofrecidos y de los legisladores recibí un sincero reconocimiento. Quiero dejar registro de que hice mi mejor esfuerzo por cumplir con las exigencias de un debate racional, además de que intenté evitar que en dicho espacio se manipulara la posición del Foro 2020 en un sentido u otro.
Al pasar el proyecto de reformas por un primer tamiz de opinión pública queda claro que se requieren ajustes a la estructura política antes de que la sociedad panameña se aboque a una democratización más profunda; sin embargo, el paquete presentado adolece de defectos que recomiendan una drástica reducción a tres o cuatro puntos que no despierten sospechas ni polémicas. Fuera de esos aspectos, se requiere un debate sesudo y bien informado que será parte ya de un gran cambio que sólo una Asamblea Constituyente puede lograr.
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El Panamá América, Martes 29 de junio de 2004