No hay arenga en mis palabras. Es sólo la constatación de los hechos que narro más abajo. Aunque parezca mentira, ¡así es! Todas las fuerzas políticas organizadas están a favor de la convocatoria a una Constituyente. Este nuevo consenso tiene que ver con la llamada quinta papeleta, como explico luego. Es cierto que el año pasado en el mes de noviembre, en el lapso de una semana, los cuatro candidatos presidenciales desfilaron por el lente de las cámaras estampando su firma en las libretas del Comité Ecuménico, pero ahora la noticia viene a cuento de otros comportamientos más recientes, relacionados, pero inesperados.
La semana pasada, el Comité Ecuménico llevó a cabo un acto histórico mediante el cual hizo entrega pública de una certificación notarial a la Presidencia de la República, y a las distintas candidaturas, de un documento en el que se contabilizan las firmas recogidas a lo largo y ancho del territorio nacional en apoyo a una Asamblea Constituyente. La presidenta no asistió al acto y en su lugar estuvo el segundo vicepresidente, el Ing. Kaiser Bazán. Los candidatos presidenciales de los partidos mayoritarios tampoco se hicieron presentes, pero los representaron sus respectivos candidatos a la segunda vicepresidencia. Rubén Arosemena, de la Estrella Verde representó a Martín Torrijos y Aníbal Galindo, del Liberal Nacional, al arnulfista José Miguel Alemán. Guillermo Endara y Ricardo Martinelli estuvieron presentes en el acto, contrarrestando de este modo el síndrome del segundo vicepresidente.
Dos días después, el jueves a las diez de la mañana, para ser más exactos, se reunió la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa, con el propósito de discutir dos proyectos de ley. El anteproyecto sobre la quinta papeleta y otro sobre la creación de una fiscalía especial para investigar los crímenes de la dictadura. Se encontraban presentes Wigberto Quintero, presidente, y José Blandón, por la bancada oficialista. Jacobo Salas, presidente de la Asamblea y miembro de la Comisión, ni fue ni se hizo representar. Por la bancada de oposición asistieron Roberto Ábrego y Jerry Wilson, perredianos, y Rubén Arosemena y Aníbal Culiolis, suplente de Teresita de Arias, que no forma parte de la comisión, por el Partido Popular. Además del personal secretarial y asesor del Legislativo, habría otras doce personas, entre periodistas y representantes de eso que ha dado en llamarse la sociedad civil. Los honorables echaron de menos la presencia de un representante del Tribunal Electoral.
La reunión de la comisión no tenía mucho sentido porque no se podía dar inicio al primer debate de ninguna cosa, como tampoco se podía tomar decisión alguna sobre los anteproyectos en cuestión. Baste recordar que el anteproyecto sobre la quinta papeleta, presentado por Blandón a mediados de noviembre y prohijado el 4 de diciembre pasado por la mayoría oficialista de la Comisión, no ha sido presentado al Pleno Legislativo, por decisión propia de los proponentes, y por lo tanto no tiene aún el estatus de proyecto de ley para que pueda empezar a ser discutido.
El rechazo de los legisladores opositores a dicho proyecto fue absoluto. Wilson dijo que se trataba de una conspiración contra la democracia porque entorpecía las elecciones, y abogó porque la cuestión fuese desechada. La posición unánime de los representantes de Patria Nueva, aunque con algunas vacilaciones de Roberto Abrego, fue, para mi sorpresa, que la quinta papeleta era innecesaria porque, tras la recolección de firmas, ya había plena aceptación de que la Constituyente era el método idóneo para proceder a un cambio constitucional. Se reafirmó que el compromiso de Martín Torrijos era justamente lo que había firmado: convocar a una constituyente en los dos primeros años de su gobierno.
Después de idas y venidas, se acordaron varias cosas: Blandón y Quintero parecieron estar de acuerdo en que la consulta sobre la Constituyente bien podría realizarse en algún domingo del mes de julio, lo que fue bien recibido por los representantes de Patria Nueva. Además, se decidió decretar un receso hasta el miércoles (o sea mañana) para discutir con representantes del Tribunal Electoral y del MEF la viabilidad de la consulta en una fecha cercana.
Como parte de una serie de reacciones en cadena, los magistrados del Tribunal Electoral se reunieron, al terminar la semana, y decidieron de común acuerdo que no podían esperar hasta marzo, cuando la Asamblea inicia su período de sesiones, para saber si debían o no incluir la controversial consulta.
¿Está muerta la quinta papeleta? La respuesta es que el proyecto de ley sí, pero la quinta papeleta no. Todavía el Comité Ecuménico espera una respuesta de la Presidenta de la República, pues, de acuerdo a una posición sostenida por el magistrado Dennis Allen, el Ejecutivo podría solicitar al Tribunal Electoral la inclusión de dicha papeleta. ¿Es probable que la Presidenta lo haga? En las actuales circunstancias, parece que no.
Desde el inicio de la campaña electoral, los candidatos Guillermo Endara y Ricardo Martinelli expresaron su adhesión a la Constituyente. Independientemente del tono de sus distintos discursos, ambos candidatos han expresado de forma inequívoca su respaldo a la iniciativa cuidadana que aspira a un cambio constitucional integral. Aunque sus adversarios les echan en cara el carácter irresponsable y temerario de sus propuestas, lo cierto es que un arma legítima en una justa electoral es comprometerse con la realización de las aspiraciones mayoritarias de la ciudadanía.
Distinta ha sido la posición de José Miguel Alemán, pues entre los sectores que lo apoyan están los que más directamente se oponen a este mecanismo de modernización del Estado. Después de pensárselo bien, de decir y repetir que lo estaba consultando, parece que el candidato arnulfista manifestó su simpatía con el tema. Lo que no ha habido es claridad ni contundencia en sus afirmaciones. La dirección de su campaña no le ha dado a la cuestión la relevancia ni el destaque que debe tener.
Blandón, el legislador arnulfista que propuso el proyecto sobre la quinta papeleta, ha afirmado una y otra vez que dicha iniciativa no responde ni a un consenso de la bancada oficialista, ni a una posición del gobierno. De manera que, probablemente, la discreción que mantiene Alemán al no exaltar su apoyo a una Constituyente, se debe a que sus compañeros de viaje no lo respaldan. Porque si lo hicieran, lo habrían dicho hace rato.
Por el liderazgo que Martín Torrijos mantiene en las encuestas, sus propuestas, actitudes y respuestas merecen un cercano escrutinio. Hace un año la prensa escrita registra declaraciones del perredista en el sentido de que los cambios constitucionales no están en los primeros puestos de la lista de prioridades. Pero cuando los otros candidatos presidenciales firmaron las libretas del Comité Ecuménico por la Constituyente, Martín no se quedó atrás y empuñó la pluma contra el papel. En aquellos días una cuña televisiva nos comunicaba que Martín Torrijos estaba comprometido con darle al país una nueva Constitución.
Al mismo tiempo, sus copartidarios más cercanos, así como sus asesores estratégicos, explicaban que no era necesario convocar a una Constituyente para adoptar una nueva Constitución. En un fin de semana elaboraron un paquete de reformas constitucionales, mediante el cual se introducen cambios a siete artículos de la actual Constitución, y lo presentaron a la comisión legislativa, que no lo ha prohijado, pues sus proponentes son una minoría.
La Constituyente no figura en el plan de gobierno de Patria Nueva y las respuestas de Torrijos en el "Debate del Pueblo" fueron esquivas y aludieron a la reforma de la constitución por medio del Órgano Legislativo. Para concluir, Sabrina Bacal, del diario La Prensa, reportó el sábado pasado sobre la visita de Martín al rotativo y que, tras ser abordado sobre la cuestión de la Constituyente, su respuesta fue que el país tiene otras prioridades.
Por una simpatía generacional, quiero creer que, en efecto, Martín Torrijos representa una nueva clase política que no usa "ni la mentira ni el engaño". Pero, al igual que miles de ciudadanos, aún estoy esperando una respuesta clara y contundente sobre la cuestión política más crucial que deberá abordar la clase gobernante en el próximo período.
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El Panamá América, Martes 17 de febrero de 2004